El filósofo, neurólogo y psiquiatra Viktor Frankl , dejó una poderosa reflexión que trasciende el tiempo: «Entre el estímulo y mi reacción está mi libertad». Al cerrar un año y adentrarnos en uno nuevo, la libertad de cerrar ciclos cobra especial relevancia. La transición no solo implica una medida temporal, sino una oportunidad única para reflexionar sobre el ciclo que concluye y trazar un camino de crecimiento y mejora personal en el año que se avecina.
En el cierre del año, es propicio detenernos y examinar las experiencias vividas, los logros alcanzados y los desafíos enfrentados.
Al adoptar la perspectiva de Frankl, reconocemos que, más allá de las circunstancias externas, poseemos el poder de elegir nuestra reacción. Este ejercicio de reflexión nos permite identificar patrones de comportamiento, comprender nuestras respuestas emocionales y aprender de las lecciones que nos ha ofrecido el año que termina.
La mejora personal y el crecimiento humano no solo se manifiestan en los éxitos, sino también en la forma en que enfrentamos las adversidades. Al asumir la responsabilidad de nuestras reacciones, abrimos la puerta a la autorreflexión y al desarrollo de la resiliencia.
Es en la introspección donde encontramos las claves para fortalecernos como individuos, construyendo una base sólida para afrontar los desafíos futuros.
En el cierre de un año y la apertura de otro, recordemos la libertad inherente que poseemos para elegir nuestras respuestas ante las experiencias de la vida.
Viktor Frankl nos enseña que, incluso en las circunstancias más desafiantes, conservamos el poder de decidir cómo enfrentarlas. Al reflexionar sobre el año que concluye, abrazamos la oportunidad de aprender, crecer y avanzar hacia el futuro con una mayor comprensión de nosotros mismos y de los demás.
Que este nuevo año sea una travesía en la que, guiados por la sabiduría adquirida, construyamos un camino de autenticidad, resiliencia y mejora continua.